Es muy arriesgado dejarla con vida, pero es demasiado valiosa para matarla.
La tarea es fácil: mata al testigo.
Hasta que llego al objetivo quien tiene a su compañera en el suelo, sosteniéndola por el cabello las piernas ensangrentadas y la cara magullada.
Un disparo desactiva sus funciones cerebrales, dejándome con tantos testigos como al principio.
Cuando la mujer de la Tierra me mira, mi dedo se paraliza en el gatillo. Debería matarla pero… no puedo.
Ahora exige que deje el cuerpo de su marido, y me pregunto si debería llevar el suyo en su lugar.
Llévatelo!
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